Mientras que en los fondos de gestión activa la buena labor del equipo gestor puede aportar valor adicional y por tanto justificar comisiones de gestión altas, los fondos indexados se limitan a replicar un índice. El valor añadido de un fondo de gestión pasiva reside en su bajo coste.
Un buen fondo de gestión pasiva debe cumplir estas condiciones:
Comisión de gestión baja: al no aportar valor adicional, la comisión de gestión debería ser lo más baja posible.
TER bajo: el TER es el ratio de gastos operativos del fondo. Un TER bajo se traduce en una mayor rentabilidad para el inversor e indica que el fondo se está gestionado de forma eficiente.
Replicación fidedigna: la rentabilidad obtenida por el fondo debe aproximarse lo máximo posible al índice de referencia. La desviación entre el fondo y el índice se conoce como tracking error.
Aunque a corto plazo se hace menos evidente, en el largo plazo la comisiones importan y pueden suponer una enorme diferencia.
En el siguiente gráfico se muestra el crecimiento del valor liquidativo de un fondo que tiene una rentabilidad del 6% anual, pero con comisiones del 0,5%, 1% y 2%:
En un plazo de 40 años, invertir en un fondo de inversión indexado que soporta un 0,5% de comisiones de gestión frente al mismo fondo con una comisión del 2% supone obtener casi el doble de rentabilidad.
Así que ya sabes, por norma general un fondo indexado a un índice es mejor cuanto más baja sea su comisión de gestión y su TER.