Una excelente estrategia de inversión —especialmente indicada para ahorradores a largo plazo — es la de aportar periódicamente a nuestra cartera de fondos parte de nuestros ingresos.
En el caso de invertir en fondos, parte de nuestro salario lo destinaríamos a comprar más participaciones y en el caso de invertir directamente en bonos o acciones a comprar más acciones o bonos.
De esta forma estarás ahorrando para tu jubilación poco a poco, sin que se vea radicalmente lastrado tu nivel de vida. Se trata de buscar un equilibrio entre el ahorro destinado para el futuro y el porcentaje de ingresos que destinamos al consumo en el presente.
¿Por qué aportaciones periódicas?
Si inviertes de golpe todos tus ahorros en fondos de inversión —especialmente en fondos de renta variable— pueden sucederte dos casos extremos:
Invertir cuando la bolsa está cara: si inviertes cuando la bolsa está cara y estalla una burbuja, el valor de tu inversión bajará drásticamente y probablemente encuentres tu rentabilidad en negativo durante varios años.
Invertir cuando la bolsa está barata: la bolsa está barata después de una brusca caída.
El problema es que nadie sabe cuando las bolsas van a subir o bajar, y tratar de predecir su comportamiento en el corto plazo es una tarea inútil. De ahí la importancia de las inversiones o aportaciones periódicas.
La principal ventaja de las aportaciones periódicas en fondos es que compensamos las compras cuando las acciones están sobrevaloradas con las compras cuando la bolsa está infravalorozada. En la práctica, conseguiremos ponderar el precio de compra, asumiendo un menor riesgo.
La segunda ventaja, y no por ello menos importante, es que adquiriremos el hábito del ahorro. Tarea, que por otro lado, requiere de disciplina. Mucha disciplina.
Si estableces en tu economía familiar una estrategia de inversión con aportaciones periódicas debes tener en cuenta varios factores a considerar, que trataremos de esbozar a continuación:
1. ¿Cuánto debo aportar todos los meses?
Lo ideal es establecer una meta de ahorro mensual. Es decir, destinar un porcentaje de tus ingresos mensuales al ahorro mediante inversiones periódicas y destinar el resto a facturas y gastos del día a día.
2. Crea un fondo de emergencia
Un fondo de emergencia es una cantidad de dinero que tengas reservado para contingencias: averías del coche, posibles gastos médicos inesperados, una reforma urgente en el hogar, cubrir gastos en caso de perder un empleo durante unos meses...
Se trata de tener una cierta cantidad de dinero que te permita atender a gastos inesperados sin tener que verte en la obligación de vender activos.
3. En qué invertir las aportaciones periódicas
Decidir en qué invertir tus ahorros no tiene una respuesta universalmente válida. El tipo de fondos en que invertir depende de factores como tu edad, el riesgo que estés dispuesto a asumir, si los tipos de interés son altos o bajos, el punto del ciclo económico en el que nos encontremos, tu nivel de vida, cuánto patrimonio tienes actualmente ahorrado, si las bolsas se encuentran alcistas o bajistas...
Ante esta pregunta, podemos recurrir a asesores financieros que elaborarán una estrategia acorde a tus necesidades. Los robo advisors también son una excelente alternativa.
Y por supuesto, antes de invertir es conveniente formarnos para invertir de forma consiciente. Es decir, asumir la responsabilidad de nuestras necesidades de ahorro e invertir en consecuencia.
Un buen punto de partida, que tiene que ver con nuestra edad al invertir a largo plazo es el asset allocation, es decir, cuanto destinar a renta variable y cuánto a renta fija. John Bogle propone una regla muy sencilla: invertir en renta fija el mismo porcentaje que nuestra edad, y el resto destinarlo a renta variable.